Carlos Perón Rodríguez presenta la exposición ‘100 años y más de color'
Por La Plaza de Sanse
El vestíbulo de ‘El Caserón’ acogerá, del 20 de octubre al 2 de noviembre una selección de acuarelas de este vecino y artista centenario. 

Del 20 de octubre al 2 de noviembre, el vestíbulo de ‘El Caserón’ acoge la exposición ‘100 años y más de color’, una muestra de acuarelas del artista centenario Carlos Perón Rodríguez. Su historia es la de un hombre que ha hecho del arte una forma de mantenerse joven, curioso y vivo.

A sus 101 años, sigue pintando cada día. Lo hace sentado, con calma, frente a una mesa en la residencia donde vive, rodeado de pinceles, papeles y recuerdos. “Yo pinto sentado, pero sigo moviendo las manos y la cabeza. Eso no se me ha cansado nunca”. 

Carlos nació en Madrid el 21 de marzo de 1924, en una familia numerosa de ocho hermanos. Desde pequeño mostró afición por el dibujo. “Llegaba a una pared blanca y pintaba encima (recuerda entre risas). Mi madre me regañaba, claro, pero yo necesitaba pintar”. Con el paso del tiempo, su talento lo llevó a estudiar y ejercer como aparejador y arquitecto técnico, profesión que desempeñó durante décadas en el Ministerio del Aire, donde participó en proyectos emblemáticos como el edificio de la Moncloa o diversos aeropuertos españoles. “Dibujé mucho arquitectónico, de obra, planos, estructuras… pero un día se me metió en el cuerpo la pintura, y desde entonces no he parado”, cuenta.

Un siglo pintando sin parar
Cuando se le pregunta cuántos años lleva pintando, responde con naturalidad: “ochenta y tantos”. Es decir, casi toda una vida. 

Ni la edad ni los achaques han frenado su impulso creativo. Hace unos años, una pulmonía le afectó las piernas, pero él lo cuenta con serenidad: “De los pulmones pasó a las piernas, cosa más rara, pero yo sigo pintando. Sentado, pero pintando”. 

La acuarela ha sido siempre su técnica predilecta. “Acuarela, nada más”, afirma con la convicción de quien ha encontrado en la sencillez del material una forma de libertad. En sus obras abundan los colores vivos y las composiciones equilibradas, con paisajes, retratos, figuras humanas y escenas inspiradas tanto en recuerdos personales como en recortes de prensa o fotografías antiguas.
“Cuando se me acaban las hojas, uso el reverso. No porque quiera, sino porque no tengo papel. Pero el arte siempre encuentra hueco”, comenta divertido.

El color como forma de estar vivo
El título de su exposición no podría ser más acertado. En sus acuarelas, el color lo llena todo. “El color me forma (afirma). Yo sé que el verde es esto, que el azul es aquello, que la carne tiene su tono. Todo tiene su color y su vida”.

Sus cuadros muestran escenas diversas: paisajes de la Toscana, figuras humanas, retratos, incluso interpretaciones de recortes de prensa o recuerdos de su pasado como técnico. También hay obras inspiradas en la historia y la arquitectura, donde se nota su formación profesional.
Sus acuarelas son luminosas, intensas, y transmiten una vitalidad que parece contradecir su edad. Hay en ellas una mezcla de precisión técnica y una sensibilidad espontánea que solo se aprende con los años. Entre los temas recurrentes aparecen paisajes mediterráneos, vistas urbanas, escenas cotidianas y también estudios del cuerpo humano. “No es nada pornográfico” aclara. 

En la conversación, Carlos pasa con naturalidad de la pintura a los recuerdos. Habla de su mujer, de sus hijos, de sus nietos, de los proyectos en los que trabajó, de los amigos que ya no están. Hace poco, la Comunidad de Madrid le rindió homenaje por su trayectoria vital y artística. “Había cientos de personas allí, y me llevé todos los aplausos, porque con cien años sigo pintando”, recuerda con modestia. Lo dice sin pretensiones, pero con la satisfacción tranquila de quien ha sabido llenar su vida de sentido.

Una invitación a mirar despacio
La pintura, confiesa, le mantiene activo, le da ganas de seguir. “Me entretengo muchísimo. Y claro, cuando es una cosa obligada, pues con mayor motivo”, dice entre risas. En su mesa de trabajo, el tiempo parece detenerse. “Yo estoy aquí, en mi sitio, y me dan las tantas. Sigo pintando, dibujando, lo que se me ocurra. Mientras tenga papel, seguiré”. La disciplina y la pasión son, quizás, sus dos grandes secretos. Cuando le pedimos un consejo para los más jóvenes, responde sin dudar: “Solo hay tres cosas: gustarte lo que haces, ser constante y ser tú mismo. No hay más”.

Su trayectoria, sin buscarlo, se ha convertido en una lección de vida. En un tiempo en el que todo parece ir demasiado deprisa, Carlos representa todo lo contrario, la constancia, la curiosidad, el amor por el trabajo bien hecho. “Yo hago las cosas para que la gente las vea. Me gusta que las vean, que las disfruten. Lo hago para eso, para compartirlo”.

La exposición ‘100 años y más de color’ es, en definitiva, una invitación a detenerse y mirar. A mirar con calma, con el respeto y la ternura que merece quien ha dedicado más de un siglo a observar el mundo con los ojos del arte. En cada acuarela de Carlos Perón hay una historia, una emoción, una vida entera puesta sobre el papel. Quienes se acerquen a ‘El Caserón’ entre el 20 de octubre y el 2 de noviembre, verán el testimonio de un hombre que ha hecho del color su manera de estar vivo.

La Plaza de Sanse
 

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